Descripción detallada Lote 253

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Subasta 827, Lote # 253

AE - Flores, Manuel de - Fernando VII, Rey de España. Edicto de la Inquisición Condenando y Prohibiendo la Masonería. México, junio 3 de 1815.
60 cm. 1 h. Mancha en el margen inferior izquierdo, algunos dobleces. Grabado de la inquisición en la esquina inferior izquierda. Muy buen estado.

Edicto de la recién reestablecida Inquisición en el que se hace un ataque directo a la Masonería, por considerarlo una institución que iba en contra del estado y de la religión católica: "…Aquellas agregaciones, que se conocen con la denominación de los así dichos Francmasones o Iluminados o Egipcianos, u otros semejantes, acompañan sus tenebrosas operaciones con fórmulas, ceremonias, ritos, y juramentos de secreto sospechoso a lo menos, y especialmente con la agregación indistinta de personas de todas clases y naciones, y de cualquiera moralidad o culto, y que por tanto no pueden menor de dar la más fundada sospecha de que conspiran, no solamente contra los tronos, sino mucho más contra la Religión…".
Por tanto, el edicto establece una prohibición total de la masonería: "se prohíbe en primer lugar… continuar, recibir de nuevo, renovar o instituir asociaciones de los así dichos Francmasones… bajo de cualquiera denominación antigua, moderna, o nuevamente inventada… agregarse o hallarse presente a cualquiera de ellas… buscar, instigar y provocar a cualquiera agregarse a ellas o proporcionar a sabiendas casa o cualquier otro lugar para congregarse…". Incluso, el edicto extendía la prohibición, en su Artículo 3, a cualquier objeto relacionado con los Masones, así fueran sellos, instrumentos, estatutos, patentes, etc. A su vez, el edicto guarda un tono de celosa persecución a dichas sectas, en tanto se hacía un llamado a la población a denunciar a los Masones prometiéndoles un "premio pecuniario". Las penas que establecía la Inquisición, en el artículo 5, para aquellos que siguieran practicando la Masonería fueron sumamente serias: las penas "aflictivas de cuerpo, y eso gravísimas" (azotes y tortura) y "la total o parcial confiscación de bienes o de multas pecuniarias".
La enorme tarea de perseguir a los Masones en México quedaba en manos de Manuel de Flores, el último gran inquisidor novohispano, quién ya había instituido una política dura contra los Insurgentes calificando de herética a la derrotada Constitución de Apatzingán, Excomulgando a los cabecillas, prohibiendo y quemando los impresos insurgentes. La seriedad de la persecución de la Masonería tanto en América como en España, se debe a que Fernando VII y los absolutistas atribuían gran parte de los desórdenes constitucionales a los masones y otras sectas, mezclando, en ellas, a los judíos, para atemorizar a quienes aún sabían poco de estas sectas misteriosas. Más que el mismo hereje, lo que preocupaba a los absolutistas eran las sectas Masónicas, a las que consideraban un enemigo organizado y representado en vastos sectores. Con el principal fin de erradicarlos, Fernando VII optó por reestablecer, el 21 de julio de 1814, al infame Tribunal de la Inquisición, que había disuelto las Cortes de Cádiz. Véase en: Ferrer Benimeli, La Masonería en los Episodios Nacionales de Pérez Galdós. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1982.
Muy raro, se registra una sola copia en instituciones: UC Berkeley Libraries (Worldcat, 2017).

Estimado $ 40,000-45,000

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